PIEL SENSIBLE

Este fenómeno es muy frecuente, afecta a un tercio de la población adulta, siendo las mujeres quienes la sufren en mayor medida.
La piel tiene múltiples sistemas para asegurar su salud. Presenta un manto hidrolipídico, que controla la pérdida transepidérmica de agua y regula el pH manteniéndolo levemente ácido, una barrera física formada por el estrato córneo y una barrera inmunológica compuesta por una microbiota cutánea fisiológica, que evita el sobrecrecimiento de bacterias agresivas.
La piel sensible e intolerante es una piel reactiva. Sus principales síntomas son comezón, tirantez, sensación de ardor asociados a enrojecimiento y resequedad.
Estas sensaciones pueden desencadenarse frente a diversos estímulos o instalarse de forma persistente.
La piel es más sensible a las agresiones tanto internas, como externas. Esto se vincula a una deficiencia de la función de barrera y a un descenso del umbral de reactividad de la piel.
Se considera que las terminales nerviosas se encuentran hipersensibles reaccionando con señales de disconfort frente a estímulos inofensivos para la piel normal.
La sensibilidad puede ser natural (piel blanca, fina, reactiva). Y además cualquier tipo de piel ya sea normal, seca, grasa, mixta puede tornarse sensible.
Los factores externos pueden ser:
– Frio
– Calor
– Viento
– Cambios bruscos de temperatura.
– Contaminación ambiental (partículas finas, básicamente hollín), que genera estrés oxidativo.

– Radiación ultravioleta, que desencadena la formación de sobreproducción de radicales libres, inflamación y alteración del ADN.
– Polvos para lavar la ropa.
– Productos de higiene facial agresivos.
– Afeitado.
– Productos cosméticos.
– Utilización de cremas humectantes no aptas.
Los factores internos pueden ser:
– Estrés emocional y psicológico.
– Cambios hormonales (ciclo menstrual, menopausia).
– Comidas picantes.
– Dietas desbalanceadas.
– Cigarrillo.
– Alcohol.
– Medicamentos.

¿Cómo cuidar tu PIEL SENSIBLE?
Evitar los factores desencadenantes (mencionados anteriormente).
Realizar una higiene facial delicada, sin jabones abrasivos.
Utilizar productos específicos de cuidado adaptado, bien tolerado, con un fuerte poder hidratante, que no contengan perfumes ni conservantes y con ingredientes calmantes.
Debe diferenciarse de la piel alérgica. En este caso, la causa es una reacción inmunológica frente a un alergeno. Pueden observarse placas rojas, algunas vesículas, acompañado de hinchazón, supuración y presentar un intenso prurito. Es importante aplicar productos suaves y de muy alta tolerancia.
Ante una reacción alérgica consulta a tu médico dermatólogo.

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